martes, 5 de febrero de 2013

Del diario del coreógrafo

Martes. Todo finalmente empieza a encajar. Cambios que había que hacer para quitar un poco de tanta rendición, de tanta espera, de tanto derrumbe. El violín empieza a esclarecerse y a hilar, a hacer un collar de fragmentos, de momentos. Quisiera tener una semana más, para seguir probando y seguir cambiando. Pero no hay más que tres días, incluido el del estreno. Ahora quiero meterme bajo una mesa, y dormir una siesta de cuatro o seis horas. Sin mover ni un solo músculo. Quiero despertarme y ponerme a bailar en la calle, sin más preocupación que el sonido de la lluvia. Quiero lucidez y calma.

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