miércoles, 16 de enero de 2013

Del diario del coreógrafo

En honor a la verdad, luego del nombre vino a mi cabeza una segunda tentativa de orden en este trabajo. En un inicio, había querido intentar deshuesar las improvisaciones y ensayos, para componer un cuadro aleatorio de imágenes y atmósferas, con un único referente: un sillón. Los primeros conatos de cuerpo coreográfico, aparecieron apegados a este elemento aglutinador y contundente. Como una fuerza volcánica en reversa: un gran agujero negro, que todo lo succiona y lo contiene. Los tres personajes iniciales fueron un día multiplicados. ¿Por qué? Ahora no lo recuerdo con claridad. Creo que pensé en "Hora Nona"(2007), porque debí revisar su dramaturgia para una publicación en "El Apuntador", y ahí encontré algunos elementos que siempre estuvieron gritando por ser convertidos en algo más, por ir un poco más desviados de su camino. Así aparecieron las seis mujeres que rodean al resto de personajes. ¿Por qué los rodean? tampoco lo sé. Es como si el misterio del sillón haya devenido en un ojo de pez, en un ojo de Saurón, en un inalienable sino. Y ellas cumplieran la función de pitonisas del tiempo. Por eso "Entre ellas, el tiempo". Los otros tres somos, quizá, el pasado, el presente y el futuro de algo. ¿De qué? tampoco lo sé. Pero lo prefiero así, porque esta duda constante solo me hace un portador del mensaje inconsciente que pelea por salir. De la duda constante y del sinsentido se alimenta el arte. Y nos alimentamos también los que lo pervertimos.

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